En esta ocasión deseo compartir con vosotros lectores un par de ideas sobre la libertad. Aquella que no es meramente sujeta a una condición externa, ya que sí así fuera, ¿qué clase de libertad podría ser? Ciertamente, no podemos negar que algunas situaciones favorecen o no cierto tipo de condiciones, pero adentrarnos a ese campo implica ir al mero acto de las contingencias y particularidades, donde se derivan mil casos distintivos y es entrar al terreno de lo diverso e indefinido. La situación externa está, de cualquier manera, condicionada y es relativa y, sí se me permite la expresión, muy cambiante.
Entonces me referiré a la libertad como un proceso interno que, efectivamente tenderá a expresarse hacia lo externo, como una re-flexión interna que en todo caso se cultiva, o no se cultiva, -no se puede ser medio libre. Y esto es independiente del lugar en donde se esté o, en un aspecto un poco más amplio, del lugar donde se ejerce la acción, entonces, ¿puede un preso ser libre?, ¿un esclavo?, ¿un indígena? Por crudo que esto pueda ser, sí si puede ser libre. Ya que la libertad se cultiva no sin arduos procesos y un trabajo continuo. Esta libertad es condición de la cosmogonía en tanto que la liberación vendría a ser no condicionada y, por supuesto, propia de lo metafísica.
La sociedad actual en que nos ha tocado desenvolvernos, muy tal ves a nuestro pesar, está casi ajena a la libertad. Efectivamente, se tienen ciertos “lujos” y “bienes” que facilitan la vida del hombre, la computadora podría ser un buen ejemplo de herramienta con ambas caras de la hoja de la navaja bien afiladas y listas a cortar de tajo según se use, pero modernidad y adelantos tecnológicos no son sinónimos de libertad, por más que nos lo anuncien en carteles de colores y envolturas novedosas. Cierto que, anhelado es por este hombre moderno vivir en un estado que se ha denominado confort, apretar un botón... y crear la felicidad. En realidad, la tendencia actual es la de crear objetos que aparentemente tienen vida pero que simplemente son máquinas-robots sofisticados productores de “riquezas”; y no sólo nos referimos a bandas de producción o micro chips, no, más bien, nos referimos al hombre actual.
Salir de esa ilusión y de tantas otras es ir rompiendo con la cáscara de las formas y apariencias, para penetrar a la realidad de lo que no se manifiesta a partir de la múltiple representación de la manifestación, de lo que no es pero permite ser lo que es. Y a partir de este punto me gustaría hacer la segunda re-flexión. ¿Qué es la libertad en sí?, ¿con qué agrado debemos buscarla?,¿qué buscado y anhelado ideal nos mueve como hombres? Evidentemente que no puedo contestar a esas preguntas, pues estaría interfiriendo en el proceso de libertad y búsqueda de cada quien.
Sólo agregaré un par de ideas que están ahora muy presentes: la libertad se alcanza buscando la verdad, liberándose del error, de la ilusión, de nuestras propias debilidades; es decir de acuerdo a una Vía recta que se nos enseña en orientación con antiguas artes propias de organizaciones iniciáticas; elementos no figurativos o alegóricos sino reales para ir en búsqueda de ellos, de uno mismo y aplicar su uso, procurando el ir siguiendo siempre el camino recto.
El anhelo que nos mueve debe ser profundo, ahora estoy claro que a cada cual le toca buscar en su interior la respuesta, el espacio íntimo visto como la morada de la Suprema Inteligencia, para entonces todos y cada uno saber su sino, su razón, su respuesta que al final no es más que la misma para todos.
Hombre de Mercurio