Séneca y la filosofía
Frater Faber Dardănǐus

 

Séneca nos presenta la posibilidad de asentar el estudio de la filosofía. Y es que no puede haber una acumulación de datos sin ser consecuente, esa es la gran exigencia que nos regala la filosofía. Es una exigencia de lo que en verdad podemos llamar el ejercicio filosófico, en un sentido, como bien Pitágoras y Platón lo expresaban.

Si bien a la sabiduría se le invoca con el estudio, se le debe de alimentar con su práctica, de lo contrario nunca cuaja para ser llamada tal. Queremos saber, el hombre siempre ha querido y por eso invocamos a la sabiduría por medio de la filosofía para adentrarnos en los misterios del universo.

Sí, así es, el universo todo está conformado por opuestos complementarios que se unen, reúnen y dispersan a cada instante. La filosofía como verdadero ejercicio de este acercamiento para con la sabiduría implica un reconocimiento de este hecho. Además si esto lo observamos con calma nos exige, tarde que temprano, una necesaria autocrítica. No podemos ver en los modernos ejercicios “filosóficos”, ególatras, vanidosos y pretensiosos a la verdadera filosofía, es obvio que ella se escapa de esos parámetros.

Entonces ese ejercicio que reúne lo disperso y difunde el conocimiento es todo un arte. Un arte que se acerca a contemplar y que retome con fuerza la Sabiduría y la Belleza. Y como sabemos sólo hay una Verdad y una Belleza posible, hacia esas debemos de intentar acercarnos. Séneca lo expresa así: “la filosofía nos enseñará a conformarnos de buen grado a la voluntad de Dios; si todo depende del azar, nos procurará fuerzas para resistir las acometidas de la suerte…”

Como Séneca comenta, la filosofía es el trabajo, en tanto que la sabiduría es la recompensa. O como bien Platón lo afirma y luego Aristóteles, será filósofo el hombre que pueda alcanzar un mayor grado de virtud, perfección y felicidad; Séneca se suma a esto.

Y debemos de saber que su estudio y dedicación no son meros factores distractores de la mente ni mucho menos una perdida de tiempo, como nos lo ha hecho creer el pensamiento racionalista y materialista a ultranza o la competencia absurda por producir siempre más, tan cara a estos tiempos. Todo lo contrario es la labor más ardua, fructífera y de mayor actividad que existe, sobre todo al momento de entrar a la fase de la contemplación. ¿Qué contemplamos? precisamente la unidad de esos opuestos, el saber que todo origen es uno y entonces contener en ese principio sencillo y complejo a la vez, la única respuesta a las tres preguntas de todos los tiempos, ¿de dónde vengo?, ¿quién soy? y ¿hacia donde voy? Es decir, cual es mi origen, mi esencia y mi destino.

Cerramos con Séneca, este breve artículo: “sólo es verdaderamente feliz el que no siente necesidad de las prosperidades humanas, de la misma manera que sólo es ciertamente poderoso el que se domina a sí mismo.” Esto implica un gran reconocimiento de uno mismo y un absoluto dominio. La voluntad de mi sí mismo, se reúne o unifica con el Sí mismo.

 

 

 

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