A
Federico González
Quién en mi es el que llora
corazón, no ha de ser,
que de la lección agradece
la distancia acortada
entre el ser y Ser,
ante la posibilidad de la realidad ajena.
De cegueras la mía reina
que de iluminados ha leído,
de respeto y veneración,
en tinta de saber, ha creído
que sólo en antiguos.
Tanta tinta en mi ver
y la visión negra entonces
ha negado que el de enfrente iluminado.
Es profano corazón el
que niega a la razón
el que siempre es posible
que luz sea, presente
en ese o aquí
negándole me he negado.
Ah!... de Dios el amparo.
Lilian
Altamirano