Graulich, Michel. Las fiestas de las veintenas.México, Instituto Nacional Indigenista, 1999, pp.5-87.
Las fiestas de las veintenas se celebran de manera “fija” y estacional a lo largo de los 18 meses del año, cada uno de ellas con una duración de veinte días. No obstante, y de manera detallada, además de acuerdo a las diversas versiones de la creación del cosmos, Graulich explica claramente el cómo existió una tradición más antigua misma que fue desplazada por los mexicas con una nueva cuenta de los años, de manera tal que,
El año 1 Conejo fue el año de la aparición de Venus. Al año siguiente, 2 Caña, fueron creadas las otras estrellas. Cada cincuenta y dos años, al principio de un "siglo", es decir un año 1 Conejo, cuando los antiguos mexicanos encendían solemnemente el fuego nuevo, que debía permitir al mundo perpetuarse, era el acto de Tata y Nene que repetían. Pero, al principio del siglo XVI, los aztecas mexicas desplazaron el rito del año 1 Conejo al año 2 Caña. El mito da cuenta de esta modificación. En la Leyenda se dice que siendo ilícito el fuego del año 1 Conejo, Tezcatlipoca lo volvió a hacer al año siguiente, y en la Historia de los mexicanos por sus pinturas también se menciona que Tezcatlipoca encendió el fuego en 2 Caña. (p. 29, negritas con subrayado nuestro).
Como bien sabemos las fiestas de los mexicas se estipulaban mediante dos calendarios regulares, la "cuenta de los días" (tonalpohualli) y la "cuenta de los años" (xiuhpohualli). El año estaba dividido en dieciocho meses (metztli, "lunas") de veinte días, o bien, en dieciocho veintenas (cempoalli), a las cuales se sumaban cinco días adicionales considerados “nefastos”, los nemontemi. “Cada cempoalli llevaba un nombre específico […] y daba lugar a importantes ceremonias religiosas. La fiesta propiamente dicha se realizaba la mayoría de las veces alrededor del vigésimo día. La gente se preparaba para ella por medio de ayunos, mortificaciones, danzas y ritos diversos. Las ceremonias principales culminaban con la inmolación de víctimas humanas.” (p. 48).
“Los ciclos de 260 y 365 días coincidían entre ellos cada 52 años y, además, cada 104 años con un ciclo venusiano de 584 días (65 x 584 = 2 x 18 980).” (p. 63). Anotamos esta cuenta del autor, pues vuelve a aparecer el número 18 mil 980, el cual tiene una clara relación con el ciclo de Venus, ¿fue este la referencia para la medida en su calendario ritual de 260 días? Aunque también tiene otra posible causa que empata quizás con la anterior, 52 años de 365 días = 18 mil 980 días, a saber, el empate nuevamente del tonalpohualli y el xiuhpohualli en un marcador o conjunto de símbolos signando un determinado día.
Las principales fuentes del autor son, a saber: Diego Durán: Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme, “terminada en 1581, comprende tres partes: una descripción de los ritos y dioses, un estudio del calendario, acompañado por una breve descripción de los rituales de las veintenas, y una historia de México, desde la partida de Aztlan hasta la Conquista.” (p. 55). Y con especial relevancia menciona el Códice Florentino y los Códices matritenses (Sahagún) donde, nos dice el autor,
De este vasto trabajo subsiste, en primer lugar, una serie de textos preparatorios redactados sobre todo en náhuatl, los Códices matritenses, que se conservan en las bibliotecas del Palacio Real y de la Academia de Historia de Madrid. Se pueden identificar escritos ilustrados que datan de la época en la que Sahagún trabajaba en Tepepulco (1559-1561), los Primeros memoriales, y en Tlatelolco (1561-1565), el Manuscrito de Tlatelolco (que contiene los Segundos memoriales, los Memoriales en tres columnas y los Memoriales con escolios). Luego, el Códice de Florencia (c. 1975-1977 o 1578-1580), un manuscrito completo, ilustrado, dotado de prefacios y apéndices para los doce libros que contiene, y cuyos textos en náhuatl y español son presentados en columnas paralelas. El texto español es en parte una traducción fiel, una paráfrasis, un resumen o un desarrollo del texto náhuatl. Éste retoma casi totalmente el manuscrito de Tlatelolco. Finalmente se encuentra el Manuscrito de Tolosa (1577-1580), en español, y que se diferencia muy poco del texto español del Códice de Florencia. Es en esta obra magistral que se encuentran las descripciones más detalladas, más coherentes y, al parecer, más completas de las fiestas. En los Primeros memoriales, Sahagún hace una relación sumaria, en náhuatl, de las ceremonias de las veintenas a partir de informaciones recogidas en Tepepulco, relativas exclusivamente a esta ciudad. Cada descripción va acompañada de una ilustración ejecutada en un estilo netamente aculturado en la que están representados, yuxtapuestos, algunos momentos importantes de las ceremonias. A veces, la ilustración completa el texto, pero ocurre también que una y otro se contradice. Algunas discordancias pueden atribuirse a errores o a negligencias del dibujante. Contamos después con el libro II de la Historia general..., dedicado por completo a los ritos y a las ceremonias. Sahagún ha recogido sus informaciones para esta parte de su obra en Tlatelolco, pero son las fiestas de Mexico-Tenochtitlan las que pretende describir y las informaciones provenientes de Tepepulco se integran en el texto. Las largas descripciones en náhuatl y las generalmente más sucintas, en español, se completan mutuamente, pero en ocasionestambién se contradicen. Aunque a veces son confusas, forman un todo y, sin embargo, sus lagunas son enormes. Visiblemente, los informantes indígenas han olvidado o bien de forma voluntaria han silenciado muchas cosas. (pp. 53-55).
Si en toda civilización antigua existieron órdenes, grupos u organizaciones que observaban fielmente el voto de silencio ante secretos confiados en su interior, no vemos porque no debiese de ocurrir algo similar entre los indígenas mesoamericanos que, o bien ignoraban dichos secretos, o bien habían jurado mantener absoluto secreto ante las personas no pertenecientes al grupo.
Finalmente respecto a este punto mencionaremos que, “Las otras fuentes son más breves comparadas con las de Sahagún y Durán. Entre las más útiles se pueden mencionar los Memoriales y la Historia de los indios de la Nueva España de Motolinía, los Códices Vaticano A, Telleriano-Remensis, Magliabecchiano, Tudela y Borbónico y las Relaciones geográficas de Acolman y de Teotitlán del Camino.” (p. 56), además de autores contemporáneos.
Tomemos un solo ejemplo de una veintena a partir de la obra magna de fray Bernardino de Sahagún así como del llamado Códice Durán para dar cuenta de las principales características de una veintena, en este caso será Títitl.
17. Títitl, "estiramiento" (?) (30/12 y el 18/1). Fiesta de Cihuacóatl-llamatecuhtli; sacrificio de un esclavo representando a esta diosa; caza de mujeres; sacrificio de víctimas representando a Mixcóatl-Camaxtli, Mictlantecuhtli, Yacatecuhtli y Huitzilincuátec. Esta fiesta coincide, al parecer, con la partida del solsticio de invierno y prepara todo para la celebración del fuego nuevo, “en Títitl, alrededor del solsticio de invierno, el sacrificio de una víctima que representaba a Llamatecuhtll, ‘Vieja princesa’, significaba el fin definitivo de la dominación de las estrellas.” (Graulich, p. 73). Aunque más adelante comenta que con todas las fechas deben de hacerse algunos ajustes, de manera tal que la celebración original de Títitl caería en 1/8 y el 20/8, es decir, habría un desajuste de 4 meses, aproximadamente, de manera tal que “Los ritos de Títitl tenían por objetivo acelerar la llegada de la estación seca, con el fin de que las excesivas lluvias no pudriesen el maíz y la tierra.” (p. 77). Más adelante comenta que también se festejaba a “la vieja luna estéril”, (p. 86).
Títitl
Ahora sí, dejemos atrás a Graulich y tomemos el Códice Durán, “segunda época”, respecto a la diosa patrona de nuestra fiesta: <<13° (a) "De la relación de la diosa Cihuacoatl, que por otro nombre llamaron Quilaztli, diosa de los de Xochimilco y patrona suya". >> Se observa a la diosa con un vestido blanco con motivos rojos, en el pecho un cuadrado conteniendo cuatro círculos rojos, cabello hasta la cintura y dentadura prominente, el área de los ojos pintada de negro.
<<13° (b) Sacrificios en las celebraciones a la diosa Cihuacoatl. >> En dicha lámina (8ª. De esta serie) en la parte baja derecha se puede observar el sacrificio del esclavo frente al templo de la diosa, cuatro hombres sostienen al esclavo en posición de cruz o de aspas, como formando una X apaisada.
Más adelante, lámina 9ª: <<13° (c) Los sacerdotes que cuidan el fuego sagrado en el templo de la diosa Cihuacoatl. >> Se observa ¿a un hombre y una mujer? Cuidando el fuego dentro del templo. Lámina 9ª, cuadro superior izquierdo.
En las ilustraciones de la llamada “tercera época” encontramos en la lámina 6ª ángulo superior derecho: <<17. “El mes diecisiete celébrase la fiesta llamada Títitl. Juntamente celebraban a la conmemoración del dios de la caza, llamado Camaxtle”. >> Se observan tres personas sentados los varones y en cuclillas la mujer, todos sobre un petate y delante de una barda terminada por dos columnas, ¿la entrada al templo?, quizás sean una familia (padre, madre y un hijo varón) vestidos todos de blanco con rojo, los tres tienen algo en las manos. En lo alto, como envueltos en una nube, dos personajes en tonos grises quizás bailando o por lo menos sujetándose de los brazos rodeados por ¿nubes, humo?
Finalmente, en Historia general de las cosas de la Nueva España, fray Bernardino de Sahagún nos indica (respetamos el original):
<<CAPÍTULO 17
Al mes décimo séptimo llamavan títitl. En este mes hazían fiesta a una diosa que llamavan Ilamatecutli, y por otro nombre Tona, y por otro nombre Cozcámiauh; a honra de esta diosa matavan una müger, y desque le havían sacado el corazón, cortávanle la cabera y hazían areito con ella. El que iva adelante llevava la cabera por los cabellos en la mano derecha, haziendo sus ademanes de baile. >>
<<A esta muger que matavan en esta fiesta componíanla con los atavíos de aquella diosa cuya imagen tenía, que se llama Ilamatecutli, y por otro nombre Tona; quiere dezir "nuestra madre". Esta muger ansí compuesta con los atavíos [que] están puestos en la historia bailava sola; hazíanla el son unos viejos, y bailando, suspira va y llorava, acordándose que luego havía de morir. Pasando el mediodía, componíanse los de sátrapas con los ornamentos de todos los dioses, y ivan delante de ella, y subíanla, donde havía de morir. Echada sobre el taxón de piedra, sacávanla el corazón y cortávanla la cabera; tomáva[la] luego uno de aquellos que iva adornado como dios y delantero de todos, y llevándola por los cabellos, hazían areito con ella; guiava el que la llevava en la mano derecha y hazía sus ademanes de baile con ella. El mesmo día que matavan esta muger los ministros de los ídolos hazían ciertas escaramugas y regozijos, corriendo unos tras otros el arriba y el abaxo, haziendo ciertas cerimonias. El día siguiente todos los populares hazían unas talegas como bolsas con unos córdeles atados tan largos como un brago; hinchían aquellas talegas de cosas blandas como lana, y llegávanlas ascondidas debaxo de las mantas, y a todas las mugeres que topavan por la calle dávanlas de talegazos. Llegava a tanto este juego que también los muchachos hazían las talegas y aporreavan con ellas a las muchachas, tanto que las hazían llorar; otras muchas cerimonias se hazían [en] esta fiesta que están a la larga puestas en la historia de esta fiesta. >>
En otro capítulo,
<<CAPÍTULO 36
De la fiesta y sacrificios que se hazían en las calendas del décimo séptimo mes, que se llamava Títitl.
Al mes dézimo séptimo llaman títitl. En este mes matavan a una muger esclava comprada por los calpixques; matávanla a honra de la diosa Ilamatecutli. Dezían que era su imagen; ataviávanla con una naoas blancas y un huipil blanco, y encima de las naoas, poníanla otras naoas de cuero cortadas y hechas correas por la parte de abaxo; y de cada una de las correas llevava un caracolito colgado; a estas naoas llamávanla citlalli icue, y los caracoleos que llevava colgado[s] llamávanlos cuechtli. Y cuando iva andando esta muger con estos atavíos, los caracolitos tocávanse los unos con los otros, y hazían gran ruido que se oían lexos. Las cotaras que llevava eran blancas y los calcaños eran texidos de algodón; llevava también una rodela blanca, emblanqueada con greda; llevava en el medio de la rodela un corro hecho de plumas de aguila y cosido a la misma rodela; los rapazejos de abaxo eran blancos, hechos de plumas de garrotas, y en los remates de los rapazejos ivan unas plumas de águila enxeridas; en la una mano llevava la rodela, en la otra el tzotzopaztli con que texen, y llevava la cara teñida de dos colores: desde la nariz abaxo de negro, y desde la nariz arriba de amarillo; y llevava una cabellera que le colgava por las espaldas. Llevava por corona unas plumas de águila apegadas a la cabellera; llamavan a esta cabellera tzompilinalli.
Ante que la matassen a esta muger, hazíanla dangar y bailar, y hazíanle el son los viejos, y cantávanle los cantores; y andando bailando, llorava y suspirava y angustiávase viendo que tenía cerca la muerte. Esto passava hasta mediodía, o poco más; ya que el sol declinava hazia la tarde, subíanla aquel cu de Uitzilopuchtli, y ívanla siguiendo todos los sátrapas, vestidos de los ornamentos de todos los dioses, y enmascarados; y también uno de ellos llevava los ornamentos y máscara de la diosa Ilamatecutli. Haviéndola llegado arriba, matávanla luego y sacávanle el coragón; luego la cortavan la cabeza y dávanla al que llevava los ornamentos de aquella diosa con que iva vestido, el cual iva delante de todos, y tomávala por los cabellos con la mano derecha y llevávala colgando; iva bailando con los demás, y levanta va y abaxava la cabega de la muerta a propósito del baile, y guiava a todos los demás dioses o personajes de los dioses.
Así bailando, andavan alrededor por lo alto del cu; haviendo dado algunas bueltas tornávanse a descender por su orden, como en procesión; y llegando abaxo, luego todos se esparzían y se ivan a sus casas, que eran los calpules donde se guardavan aquellos ornamentos. Cuando bailava aquel que iva aderegado con los atavíos de la diosa Ilamatecutli, hazia continencias bolviendo hazia atrás, como haziendo represa, y algava los pies hazia atrás; llevava en la mano por bordón una caña maziza sobre que istribava; esta caña tenía trfes raízes y su cepa, y aquello iva hazia arriba y punta hazia abaxo; a esta manera de bailar dezían "recula".
La diosa Ilamatecutli llevava también una máscara de dos caras, una atrás y otra delante, las bocas muy grandes y los ojos salidos; llevava una corona de papel almenada.
En yéndose los dioses para los calpules, descendía luego un sátrapa de lo alto del cu; venía ataviado como mancebo; traía una manta cubierta como red, que llamavan cuechintli. Llevava en la cabega unos penachos blancos, y atados los pies, como cascabeles, unos pescuños de ciervos; y llevava una penca de maguey en la mano, en lo alto de ella una vanderilla de papel; y llegando abaxo, ívase derecho para el pilón que llaman cuauhxicalco. Allí estava una casilla, como jaula, hecha de teas, y lo alto tenía empapelado como tlapanco; a éste llamavan la troxe de la diosa Ilamatecutli. Aquel sátrapa ponía la penca de maguey cabe la troxe, y pegava fuego a la troxe, y otros sátrapas que allí estavan ego arrancavan a huir por el cu arriba a porfía. A esta cerimonia llamavan xochipaina-, y estava arriba una flor, que llamavan teuxóchitl, y el que primero llegava tomava aquella flor, y los que havían subido descendían trayendo la flor y arrojávanla en el cuauhxicalco, adonde estava ardiendo la troxe; hecho esto luego se ivan todos.
El día siguiente comengaban el juego que llaman nechichicuauilo. Para este juego todos los hombres y muchachos que querían jugar hazían unas taleguillas, o redezillas, llenas de la flor de las espadañas o de algunos papeles rotos; atavan a ésta un cordelejo o cinta, media braga de largo, de tal manera que pudiesse hazer golpe; otros hazían a manera de guante las taleguillas, y hinchíanlas de lo de arriba dicho, o de hojas de maíz verde. Ponían pena a todos éstos, que nadie echasse piedra, o cosa que pudiesse lastimar, dentro de las taleguillas. Comengavan luego los muchachos a jugar este juego a manera de escaramuga, y dávanse de talegagos en las cabegas y por donde acertavan; y de poco en poco se ivan multiplicando de los muchachos, y los más traviesos davan de talegagos a las muchachas que passavan por la calle; a las vezes se juntavan tres o cuatro para dar a una; de tal manera la fatigavan que la hazían llorar. Algunas muchachas, que eran más discretas, si havían de ir a alguna parte, entonce llevavan un palo o otra cosa que hiziesse temer para defenderse."Algunos muchachos traviesos ascondían la talega, que llamavan chicbicuatli, y cuando passava alguna muger descuidadamente, dávanla de talegagos, y como le dava un golpe dezía: Cbichicuatzin, tonantzé, que quiere decir: "Madre nuestra, es la talega de este juego"; y luego dava a huir. Todos estos días que durava este juego las mugeres andavan muy recatadas cuando ivan a alguna parte. Esta es la relación de la fiesta de títitl. >>
Insistimos, se respeto el español antiguo. Como se podrá comprender fácilmente, todo el ceremonial que circundaba dichas fiestas se ha perdido casi en su totalidad, quedando vivas formas sincréticas de mínimos elementos que, insistimos, se han fusionado con el cristianismo. Lo cual no deja de ser una paradoja de nuestros tiempos para un bastión, como lo es México, de la iglesia oficial Apostólica y Romana.
HMA.
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