Diálogo con Platón, o del deseo de saber
Frater Faber Dardănǐus

 

Entrevistador: ¿Acaso saber cómo funciona la naturaleza no nos arroja indicios de nosotros mismos? o bien planteado de otra manera ¿no somos parte de esa Naturaleza?

Interlocutor: Claro que sí, no obstante hemos de considerar la forma de aproximación que bien puede ser de lo mayor a lo menor o en el sentido inverso, y esto plantea varios puntos centrales de cómo vamos a considerar y resolver nuestros cuestionamientos. Sea acaso lo más importante eso mismo, las ideas son independientes a nosotros, tienen una energía-fuerza por llamarlo de alguna manera, en donde son por sí mismas. Los números y las letras son parte de ese decir del Universo o como lo expresó Pitágoras, el Universo está representado en números o bien el número es forma ineludible del Cosmos o en otras palabras del Orden mismo…  

Entrevistador: ¿Usted mantuvo vivo el mensaje de su maestro, como discípulo de Sócrates no obstante…? [Interrumpe nuestro anfitrión]

Interlocutor: Sí, sí, sí pero lo que a los modernos se les pasa por alto es que en la antigüedad era importante conservar digamos un linaje de pensamiento pero sin cuestiones de autoría y “originalidad” y que ahora pesan demasiado y estorban tanto a la filosofía. Lo importante es verdaderamente y únicamente filosofar, así que efectivamente se mantiene esa línea con los antecesores al mismo tiempo que se requiere, por el mismo ejercicio del conocimiento, exteriorizar aquello que uno ya sabe desde siempre pero que se le había olvidado y que no podrá ser plasmado o dicho desde otra óptica que necesariamente la de uno mismo. Y que sin embargo, eso no quiere decir que ese sea propiamente el Mundo de las Ideas, es sólo nuestra aproximación a él donde debemos de desear participar con él a partir de nuestra voluntad y, claro está, pensamiento.

En ese sentido los planteamientos centrales en pensadores como Pitágoras, Sócrates o de uno mismo no son de “autoría propia”, pertenecen al plano o mundo de las ideas y que uno ha logrado escuchar y comprender con cierta resonancia y más o menos una armonía logrando comunicarla a ciertas mentes que guardan de alguna manera una cohesión o entendimiento de las cosas.

Entrevistador: En todo caso lo fundamental será esa reminiscencia, ¿a qué nos lleva todo ello?

Interlocutor: De entrada habría de plantearse primero, y más bien, de que nos aleja y la respuesta es clara: de lo que no debiese hacer uno, como diría Sócrates, en tanto el saber nos dice lo que se debe de hacer. Como podrá observarse están íntimamente ligados. Es necesario saber que hacer, lo cual nos acerca a otras formas del alma. A una verdadera metanoía… por lo tanto el Conocimiento forma parte de la naturaleza esencial del alma, es el conocimiento lo que el alma poseía antes de entrar al cuerpo y albergarse en el mundo del olvido.

Todos tenemos en nuestro interior las respuestas a cualquier pregunta… [Un largo silencio]

En todo caso es efectivamente saber primero que no sabemos, y por terrible que nos parezca saber que sin esa genuina conciencia no estamos en realidad vivos ya que el alma entonces vive una perpetua cárcel en tanto su depositario no ejerza el verdadero pensamiento que finalmente no es de uno o de su autoría. Nosotros estamos en donde está la mente y por ende en donde está la sublime idea de la Verdad y la Belleza, o mejor, de Verdad y Belleza.

Entrevistador: Uno es lo que conoce…

Interlocutor: ¡Exacto! Y no puede ser de otra manera en realidad, el conocimiento es percepción y es el juicio verdadero junto con su explicación. Por eso es sencillamente necesario primero hacer una labor de ascesis y luego de metanoía.

Entrevistador: ¿Cuál es el origen de las ideas?

Interlocutor: ¿Quién es el padre de este Universo, el origen de todas las cosas? Difícil es encontrarle y cuando se le ha encontrado aún más difícil y casi imposible hacer que la multitud le conozca. El Arquitecto del Universo se inspiró en un modelo para construir el Cosmos todo. Un modelo eterno y bello. El Universo fue engendrado según un modelo de la razón, de la sabiduría y de la esencia inmutable, de donde podemos deducir como consecuencia necesaria que el universo es sólo una copia.

Entrevistador: ¿Es decir una copia de su creador?

Interlocutor: Digamos que el ordenador del universo dispuso de todo, libre de envidias quiso que el modelo fuese lo más parecido a él, sin dejar de ser él… ya que no puede hacer nada que no sea excelente…

Entrevistador: De forma tal que el asunto del bien y el mal se resuelven en su absoluta unidad…

Interlocutor: O bien,  la inteligencia está en el alma, pero no es una inteligencia propia, es una forma de “préstamo” del creador, de manera tal que su obra es naturaleza perfecta, excelente y perfectamente bella. Por ende nos obliga a decir y pensar que este mundo es verdaderamente un ser animado e inteligente, producto indiscutiblemente de la providencia divina.

A fin de que el mundo fuera semejante por su unidad, no formó ni dos ni un número infinito. No existe creador más que uno sólo y jamás habrá otro.

Entrevistador: ¿pero entonces la copia no es sino…?

Interlocutor: Efectivamente una ilusión, al mismo tiempo que no. De cada mente depende darse cuenta y salir de la caverna o en otras palabras de recordar… [Otro largo silencio, se para de su lugar y sale al jardín ¿de las delicias?].

Entrevistador: [Apagué la grabadora, y me dispuse al banquete que mi anfitrión había dispuesto. Deje que mi mente se fundiera ¿con el Arquitecto del Universo? espero].

 

 

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