descartes y compinches: descartados

Frater Faber Dardănǐus

(A partir de la lectura de, Fazio, M. y Gamarra, D. (2002). Historia de la filosofía. Madrid: Palabra. Tomo III: Filosofía moderna; La filosofía del Renacimiento, pp. 47-103).

 

Ahora debatiremos la cuestión del infinito, es decir –y si se comprende bien este concepto– todo lo que tiene que ver con el tema de la metafísica. Nada que ver por cierto con el llamado cálculo infinitesimal de Leibniz o con la “metafísica racional” cartesiana, todo esto nos ofrece un ejemplo evidente del mar de confusiones desatado desde hace miles de años en Occidente. Igualmente, nada de esto debe extrañarnos, el punto nodal creemos es que se ha confundido lo indefinido con lo infinito, lo ontológico con lo metafísico y en definitiva, al Ser con el No Ser.

Si bien es cierto que en autores como Descartes, Pascal, Spinoza y Leibniz “se presenta con una fuerza notable” (Fazio, M. y Gamarra, D. 2002, p. 49), y aunque no es propiamente nuestro tema no podemos dejar de mencionar que estos autores sostengan que será hasta el siglo XVII que nace la “tolerancia”, ¿en qué están pensando?, ¿es un argumento mal intencionado o de profunda ignorancia? Y es que, por sólo mencionar un caso, nos preguntamos con verdadero y genuino asombro, ¿es que acaso ignoran a la Toledo de los siglos VIII al XI donde convivían fructíferamente musulmanes, judíos y cristianos? por sólo mencionar un ejemplo. Además, ¿cómo es posible que sostengan que será hasta el siglo XVI que la única religión existente en Europa occidental fuese la católica? Sinceramente es querer justificar sus ideas ¡incluso cambiando la historia misma!

Continuando con nuestro tema, la idea de Dios, es precisamente su expresión altamente especulativa y racionalista la que ofrece, al final de cuentas, una nueva forma de entender lo divino que no por ello nos conduce a un feliz término. Se da casi por sentado en estos tiempos que corren que el método de pensamiento “oficial” es exclusivamente el que deviene del periodo moderno, en particular del método cartesiano y las aplicaciones mecánicas de Leibniz donde sustituye al número y su estudio por meras cifras; con todas sus posteriores derivaciones y desviaciones más o menos indirectas o directas.

René Guénon (2002) asegura que:

El Infinito es propiamente lo que no tiene límites, ya que finito es evidentemente sinónimo de limitado; no se puede pues sin error aplicar esta palabra a otra cosa que a aquello que no tiene absolutamente ningún límite, es decir al Todo universal que incluye en sí todas las posibilidades, y que, por consiguiente, no puede de ninguna manera ser limitado fuere por lo que fuere; el Infinito, entendido así, es metafísicamente y lógicamente necesario, pues no solamente no puede implicar ninguna contradicción, no conteniendo en sí nada de negativo, sino que es por el contrario su negación la que sería contradictoria. Además, evidentemente no puede haber más que un Infinito, ya que dos infinitos supuestos distintos se limitarían el uno al otro y por lo tanto se excluirían forzosamente; por consiguiente, todas las veces que la palabra ‘infinito’ sea empleada en otro sentido que el que acabamos de decir, podemos estar seguros a priori que este uso es necesariamente excesivo, pues es lo mismo en suma, que ignorar pura y simplemente el Infinito metafísico, o suponer junto a él otro infinito.

La metafísica por definición no puede parar en lo indefinido, o mejor aún, la “auténtica metafísica” (como sostienen ellos y como si hubiese varias, en donde en todo caso la falsa metafísica es la que postulan) no puede derivarse de lo meramente cuantitativo o racional. No existe una metafísica “antigua” y otra “moderna”, es más, no existe una metafísica “occidental” y otra “oriental”. Afirmar lo contrario es no comprender los alcances verdaderos de lo que realmente implica lo infinito.

Entonces la metafísica no es: un sistema racional con métodos comprobables ni científicos, no para exclusivamente en los problemas del Ser y ni siquiera de la Naturaleza en su acepción más amplia, tampoco es el estudio de la física o un discurso limitado en cuestiones cosmológicas u ontológicas, ni el último libro de Aristóteles. La metafísica es, por definición misma de la palabra, lo que está más allá de lo físico y por ende trata de los asuntos del No ser para posteriormente comprender que el Ser es su principio de unidad en lo manifestado pero que será lo verdaderamente inmanifestado su ámbito de estudio.

En pocas palabras lo verdaderamente infinito es su campo de estudio, lo que no esta limitado por los acontecimientos pasajeros de la manifestación pero sin dejar de observarlos. En última instancia el estudio de lo infinito comprende, como ya lo afirme en otras entregas, lo finito pero no se limita a ello. Concluyo diciendo:

  • Descartes efectivamente fue el padre del empirismo moderno pero dista mucho de ser el padre de la metafísica.
  • No es posible hablar de una “metafísica racionalista”, es de hecho esta terminología una clara contradicción y confusión.
  • Algunos de los pensadores de esta época dieron vida al método racional moderno y escribieron la historia del pensamiento, surgiendo como el método oficial del “conocimiento de la realidad” como ellos mismos gustaban de asegurar.
  • La metafísica como conocimiento último de la realidad de las cosas será efectivamente una “quimera” para todos aquellos atrapados en el método dogmático de la comprobación.
  • El infinito es aquello que no tiene absolutamente ningún límite y por ende su campo de estudio es lo verdaderamente metafísico.
  • Para poder sostener el título de este trabajo no es suficiente este artículo. Aunque sí que lo es el libro de Guénon referenciado.

 

Bibliografía

  • Fazio, M. y Gamarra, D. (2002). Historia de la filosofía. Madrid: Palabra. Tomo III: Filosofía moderna; La filosofía del Renacimiento, pp. 13-43.
  • Guénon, René (2002). “Infinito e indefinido”, en Los principios del cálculo infinitesimal. Tomado de www.euskalnet.com. Este, como muchos otros libros de este autor, esperan ser editados en nuestro idioma.
  • Yates, Frances A. (1996). Ensayos reunidos. México: FCE. Tomo I: Lulio y Bruno.
 

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