Anotaciones sobre el libro de Fermín Vale Amesti, El retorno de Henoch o la Masonería Primigenia. Presentación, Joël Pozarnik. Ed. Manakel, Madrid, 2009.

La presentación es un buen aviso con lo que nos vamos a encontrar. Es sentimental, repetitiva, con citas demasiado extensas del mismo texto que más adelante se va a leer, es difusa y confusa. Pero no me detendré ni en la presentación ni en todos los errores doctrinales a lo largo del texto, me concentraré en los puntos más significativos.


Fermín Vale Amesti mantuvo una relación con la B.O.T.A. (Buiders of the Adytum) algo así como constructores del santuario interior, asociación californiana claramente proveniente de las diversas ramas emanadas del teosofismo y que se disfraza en las filas de la “Nueva Era” para así despistar a los nuevos e ingenuos buscadores, no así –esperaría uno– de alguien supuestamente versado en la obra de René Guénon y que se autoproclama su seguidor. En la misma escuela estuvieron ligados Paul Foster Case y Ann Davies, que con solo hojear alguno de sus libros se llegan a fáciles conclusiones. Foster además diseño un tarot que es muy famoso incluso actualmente entre diversos grupos de la autoproclamada “Nueva Era”. El sr. Amesti también cita a Valentin Bresle (pintor) y a Basil Iván Rakoczi (músico y pintor), ambos fueron miembros de la sociedad Psicología Crative, muy ligados con Paul Foster y Alesh Crowley, de este último personaje René Guénon hace un acercamiento crítico en su libro del Teosofismo. Amesti también utiliza como referencia a Foster Bailey, el mismo (junto con su mujer) fundarán la “escuela Transhimaláyica”, igualmente otra derivación del teosofismo maquillado de inocente rama de la “Nueva Era”. Y así podríamos continuar con al menos otros cinco autores que cita. Entonces la rama principal de la cual se alimentó Amesti es más que clara, ya ni qué decir de sus referencias a Papus. Con esto debería de ser suficiente para alguien versado en la obra del metafísico de Blois.


El grupo de “Los Hermanos Árabes de la Pureza” al cual se refiere, fue un grupo árabe del s. X d. C. y que se sabe, escribieron “las epístolas de los hermanos de la pureza”, ligados al islamismo chií con reminiscencias harranianas. Como sabemos, ubicar el destino de las diversas ramas es complejo, muchas de ellas perdieron su liga con el Centro, no obstante es importante mencionar que en el cercano oriente, así como en occidente u otras regiones, cada vez es más dificultoso relacionarse con una organización iniciática que tenga su origen en alguna rama de la Tradición Unánime o Primordial. El sr. Amesti menciona otras varias ramas que no deben, ni de asombrarnos ni de maravillarnos, de alguna manera nos es conocida la Cadena de la Tradición a la cual hace referencia de variadas formas y en distintas lenguas, ¿no acaso se es un Guardián de la Tierra Santa llegado a un grado determinado del sendero que se sigue y profundiza?


Es curioso y de llamar la atención que a pesar de dar a conocer su pertenencia a las filas de la masonería de su país natal, a lo largo de todo el texto, nunca se refiera a René Guénon como un Hermano. Eso sí, hace continuas referencias a Eliphas Levi y “al ilustre y Pod. H. Robert Ambelain”, creo que no hay mucho más que agregar para todos nosotros que conocemos las ramas del ocultismo por una parte y de las inversiones antitradicionales por la otra.


Las largas citas de variados textos no implican necesariamente una comprehensión de lo que se está abordando, máxime cuando no existe en el texto escrito por el autor una coherente conclusión, síntesis o propuesta entendible de las mismas, saltando de un tema a otro sin un orden o clara lógica.


Afirmar que el “alfabeto rúnico” está descifrado es tan descabellado como querer afirmar que el maya clásico está del todo descubierto, teniendo éste último oportunidad de que algún día suceda. Es cierto que hay interesantes referencias al papel de Hermes-Henoch, y otras más… pero sinceramente ninguna aportación, por lo demás, ¿no acaso René Guénon no las había ya clarificado del todo? Quizás lo mejor del libro es cuando cita a Henri Corbin y a Ibn-Arabi pero nada mejor que leerlos directamente, sin filtros. Su nota en la p. 263 es digna de tomarse en cuenta, sobre todo las primeras líneas. Su capítulo de “La posible regeneración de la Masonería ordinaría” pp. 322-326 es igualmente de interés y pueden tomarse algunas notas con sentido crítico. No obstante es un engorroso libro, con “bellos” pasajes pero que invitan más a la emoción que a la reflexión.


Confirmamos dos puntos: i) una vez más es claro que no es suficiente con declararse guenoniano ni guenonista, los alcances intelectuales de ciertos “seguidores” del metafísico de Blois son más que evidentes, esto además aplica a ciertos sitios web que tranquilamente publican trabajos antitradicionales y de la “nueva era” con diversas de sus escuelitas y que, sin embargo, se presentan como si fuesen el mismísimo Agartha y el avatar de estos tiempos; y ii) es curioso cómo se puede hacer una cacería de brujas por una breve mención a la cábala cristiana o por tratar de conocer más los misteriosos nombres de Dios con base a las enseñanzas de los cabalistas más renombrados y ortodoxos; pero se pueden dejar pasar múltiples y peligrosos acercamientos a escuelas antitradicionales, teosofistas, ocultistas e incluso en algunos casos hasta contra tradicionales. ¿Reserva o algo más?


Caballero del Pegaso

 


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