Reflexiones y recreaciones de la imaginaria

alrededor de dos mitos en Platón:

“La Caverna” y “La Atlántida”

 

 

Homero Moreno

 

 

"… Cuando morimos/ no en verdad morimos/ porque vivimos, resucitamos,/ seguimos viviendo, despertamos./ Esto nos hace felices.

Informantes de Sahagún,

Códice Matritense de la Real Acade­mia, fol. 195, r.

 

Efectivamente, despertamos de un mundo lleno de ilusiones y espejismos, salimos de la caverna a ese otro mundo real, no ya el de las sombras, no el de aquellos que van muertos en vida como fantasmas. Por supuesto que estas líneas o idea toda, nos remite a nuestro tema central que es la recreación de la imaginaria alrededor de dos mitos que Platón nos narra ejemplarmente: el primero referente a la caverna y sobre la Atlántida será el segundo; con ellos trataremos de unir un viaje de pensamientos que han atravesado por la mente del ser humano, es tan sólo una breve recreación de lo que pueden ofrecer estos relatos a la formación de cualquier civilización.

 

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Comenzaremos, o mejor dicho, continuaremos nuestra reflexión como un ir a adentro, a la caverna y también un salir de ella. Es un proceso, creemos, que exige una interiorización, en donde Platón quiere que confrontemos nuestras visiones, a veces limitadas, de la realidad o de lo que creemos es lo real. Trátese de cualquier tema, pero sobre todo de nosotros mismos y de lo que inmediatamente nos rodea.

En ese sentido es acercarse al propio corazón o caverna que se devora en la llama de un fuego interno, ese que se regenera al mismo tiempo que transforma internamente las “capas” que se interponen ante el saber. Su imagen pueda posiblemente interpretarse también como “cortezas de árboles” que debemos de ir quitando para llegar al núcleo o corazón del árbol o como en las figuras antiguas de barro al cual se le ha logrado “hacer mentir”, antigua expresión aplicada a las magistrales piezas cerámi­cas, donde la tierra se vestía con la vida por medio del trabajo hombre y de sus manos que la procesan, o bien en la piedra labrada y en otros elementos más; pero todo ello indicándonos una transformación de la realidad, de un cambio en nuestra forma de verla y abordarla, pues tal ves ella continué siendo la misma, lo único que se transmuta sea nuestra forma de acercarnos y comprenderla. Salir de la caverna.

 

En cierta forma en esa caverna que refiere Platón se realiza toda una represen­tación teatral del Cosmos, se elevan siluetas y figuras que son como datos o meros reflejos de aquello que en realidad deseamos conocer y saber. La creación nuevamente se dramatiza y se recrea en esta casa o cueva –esta caja teatral con sus personajes y escenografías, este escenario o tablado–, este espacio todo que nombramos como realidad. Tiene forma, una estructura “orgánica” que los hombres imitan, reinventan y viven. El corazón de la caverna es reflejo del corazón del hombre y viceversa, sobre todo del verdadero anhelo por comprender y saber la entonación toda del Cosmos.

 

Varias de estas antiguas civiliza­ciones lograron tener alfabetos ideogramáticos o fonéticos, encontrando la apertura de la caverna, voltearon al cielo y también crearon calendarios magníficos y llenos de belleza. E incluso muchas de estas escrituras alcanzaron grandes complejidades desde muy antigua data, como la de los mayas.

 

Todos estos sistemas ideogramáticos o fonéticos, números e imágenes se usarán en la observación y traducción del movimiento de los astros. Llevado esto a calendarios exactos, siendo utilizados con distintos propósitos, pero final­mente todos ellos engarzados delicadamente. Los antiguos se basaron en el movimiento de la precesión equinoccial de 25,920 años, o dicho en números redondos 24,000 ó 26,000 años según el caso, el dato también lo podemos encontrar en el llamado "Gran Año" con duración de la mitad de estas dos últimas cifras, es decir 12,000 años, como es el caso de los caldeos, aunque con más exactitud las civilizaciones de Mesoamérica lo calcula­ban en 13,000 años.

 

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Y es así como deseamos entrar al segundo mito. Partiremos de un punto de vista muy particular ya que, como veníamos comentando en nuestro apartado anterior, estos calendarios rituales se ajustaban a la ob­ser­vación de las Pléyades para los pueblos occidentales o su equivalente en las culturas mesoamericanas con las llamadas Atlántides.[1] Por ende, como es fácil de comprender, su conocimiento se extendía a la observación de la Vía Láctea toda. Así es la vigilancia de las Atlántides o Pléyades en su camino de ascenso y descenso máximo era fundamental para celebrar el Fuego Nuevo, para el ritmo de los calendarios lunares y por ende para el trabajo directo con la tierra y su cultivo, entre muchas otras situaciones.

 

¿Por qué es que nos referimos a todo esto? Precisamente por el famoso hundimiento al que hace referencia Platón de la renombrada isla de la Atlántida. Un cataclismo ocurrido hace aproximadamente 12.960 años, que entre otras consecuencias provocó la desaparición del continente Atlante o de la Atlántida, la mítica isla de Occi­dente y la civilización que se desarrolló ahí. Pero dejemos que sea el mismísimo Platón el que nos explique.

 

Él menciona el nombre de esta tierra en varios momentos de sus Diálogos, acerquémonos a la referencia en el Timeo:

 

"Nuestros libros nos refieren cómo destruyó Atenas una formidable escuadra, que procedente del Océano Atlántico invadía insolentemente los mares de Europa y Asia conquistando territorios. Porque entonces se podía atravesar aquel Océano; en efecto, frente al estre­cho que vosotros en vuestro lenguaje denomináis las columnas de Hércules existía una isla. […] En esta isla Atlántida sus reyes habían llegado a constituir un grande y poderoso Estado que dominaba en toda la isla entera, en muchas otras y hasta en diversas partes del continente. […] Mas en los tiempos sucesivos, ocurrieron intensos terremo­tos e inundaciones, y en un solo día, en una noche fatal, todos los guerreros que había en vuestro país fueron tragados por la tierra que se abrió, y la isla Atlántida desa­pareció entre las olas; este es el motivo de que todavía hoy día no pueda recorrerse sin explorarse este mar, porque la navegación encuentra un obstáculo invencible en la canti­dad de limo que la isla depositó al sumergirse." [2]

 

Y en el Critias o de la Atlántida, que como su nombre lo indica está dedicado al tema del mítico continente. En esta historia narrada por Critias se nos dice que dicho continente era más grande que Asia y Libia (África) y que estaba gobernado por diez reyes, siendo el principal y central el Rey Atlas (nótese la constante de raíz atl) del cual la isla y el mar tomarían sus nombres.[3]  Y también se hace referencia de cómo Critias tuvo conocimiento de esta historia ya que su abuelo se la contó. Para saber de cómo al abuelo de Critias le llegó esta información, tomaremos las palabras de Gregorio García, respetando el original:

 

"… conviene à saber, de sus maiores, y de Gentiles; porque Cricias la oio à su Abuelo Cricias, i este su Abuelo à Solon su Tio, el cual la dexo escrita, y Solón la supo de los Saites, Sacerdotes Egypcios, à cuio cargo estaban los annales, y Historias antiguas: porque como dicen Metastenes, y An­nio, eran como Notarios para escrivir las cosas que aconte­cían, de las quales daban ellos fe, y las contaban à otros, y asi lo hacian los Sacerdotes Caldeos. Por esta causa Beroso, Sacerdote Caldeo, y Maneton, Sacerdote Egypcio, son de mucha autoridad en todo lo que cuentan, y refieren, y no serian de menos autoridad, y credito los Sacerdotes Egyp­cios, de quien Solòn oiò la sobredicha Historia de la Isla Atlántida." [4]

 

La isla, se nos dice, tenía una excelente organización político-militar, manejaban el arte de los metales entre otros y poseían una sobresaliente flota, realizando constantes incursiones a otros puertos. "El canal y el puerto principal estaban llenos de embarcaciones y comerciantes venidos de todas partes del mundo…".[5] 

 

La isla sucumbió, continúa diciéndonos Platón, por mandato de Júpiter al ver que los hombres se distanciaban de lo alto,

 

"Entonces fue cuando viendo Júpiter, el dios de los dioses que gobierna según las leyes de la justicia y cuyas miradas disciernen en todo el bien y el mal, la depravación de un pueblo antes tan generoso y deseando castigarlo para que volviera a la virtud y a la sabiduría, reunió a todos los dioses en la parte más brillante de las celestiales moradas en el centro del universo, desde donde se contempla todo lo que participa de la generación, y al verlos juntos les dijo…".[6]

 

Hasta aquí el relato que desafortunadamente no se conservó íntegramente y por tanto no podemos saber exactamente las acciones por parte de los dioses, lo que es claro es que estas tuvieron un desenlace por demás fatídico para esos pueblos.

 

Podríamos continuar enumerando varios otros pasajes de este mito encontrado y rescatado por Platón, pero nos gustaría concentrarnos en como este u otros relatos míticos se involucran en la imaginaria civilizadora de todos los tiempos. En particular nos llama poderosamente la atención como ya de antiguo se desarrollaron variadísimas hipótesis alrededor de la desaparición de esta isla o continente. Sin pretender dilucidar esto, simplemente queremos arrojar algunas cuantas ideas y aventurarnos a salir de la caverna, para junto con los marineros arriesgarnos al viaje de cruzar el desconocido Océano.

 

¿Qué misterio en Europa era aquel que impidió después y durante tanto tiempo cruzar las columnas de Hércules y surcarlas mediante el Océano Atlántico, estableciéndose incluso la famosa divisa portuaria Non plus ultra?, ¿acaso era simplemente ese limo que narra Platón o había algo más que entender entre las columnas de Hércules, el Atlántico y el otro continente?

 

"… conviene à saber, que quando D. Cristóbal Colon desbrió las Indias, y Nuevo Mundo, halló por espacio de algunos Dias tanta abundancia de Grama sobre la Mar, que cercada toda la armada de ella, parecia que navegaba como en Prados mui verdes y frescos de ierva. Pero pasando este mar de Grama, después de muchos peligros, y grande hambre que padecio su Gente, descubrio, à cabo de once Dias, el Mundo Nuevo […] la Lengua Mexicana, el agua tiene este nombre Atl, el cual vocablo, ya que no sea con todas las letras, que tiene, el de la Isla de Atlantis, a lo menos tiene las tres primeras letras, y significan substancia, y realidad, lo proprio que el Mar Atlantico, pues todo es Agua, de quien no se diferencia más de en ser muchas, y por eso llamado Mar en la Divina Escritura."[7]

 

Los motivos del Almirante Don Cristóbal Colón para emprender este viaje, además de los más conocidos, pudieron acaso en su corazón o caverna, acompañarse por un hálito y deseo increíble de desentrañar parte de ese misterio. Aquel hombre que llegó plus ultra y regresó con la noticia a Europa de los hallazgos de su viaje era un estudioso y hombre muy letrado, prueba de ello son algunos volúmenes del Almirante que se conservaron en la Biblioteca Colombina, la cual confor­maría su hijo Hernando Colón.[8]

 

Y he aquí dos particulares notas de estos viajeros que, seguramente inspirados por los escritos platónicos entre otros autores, recrean su itinerario imaginario y tal vez hasta sus extensas bitácoras de viaje:

 

"Pues como sea verdad tan conforme a toda buena razón, haber un soberano Señor y Rey del Cielo, lo cual los gentiles con todas sus idolatrías e infidelidad no negaron, como parece así en la filosofía del Timeo de Platón, y de la Metafísica de Aristóteles, y Asclepio de Trismegisto, como también en las Poesías de Homero y de Vergilio. De aquí es que en asentar y persuadir esta verdad de un Supremo Dios, no padecen mucha dificultad los predicadores evan­gélicos, por bárbaras y bestiales que sean las naciones a quienes predican. Pero esles dificultosísimo de desarrai­gar de sus entendimientos, que ninguno otro dios hay ni otra deidad hay sino uno, y que todo lo demás no tiene proprio poder ni proprio ser, ni propria operación, más de lo que les da y comunica aquel supremo y solo Dios y Señor. Y esto es sumamente necesario persuadilles por todas vías, reprobando sus errores en universal, de adorar más de un Dios."[9]

 

Cerramos con esta otra cita, en la cual es bastante clara la influencia del mito de la Atlántida y por supuesto de la filosofía de Platón:

 

"Asi, pues, los Fenicianos, considerando que aquella Tierra, ò Isla, no estaria sola, como realmente se vè por experiencia, que por maravilla està vna Isla sola, o mui distante de otra, irian por aquel rumbo, con que la ha­llaron, siguiendo el rastro de las demàs, i de esta manera vendrían à dar con las Islas llamadas Dominica, Matalino, Deseada, Marigalante, &c. que son las primeras del parage de las de Barlovento; i puestos aqui, donde hallarian la Española, las irian poblando, i de aquí la Tierra-firme de Nueva-España, i Perù. […] Confirma Hornio esta Opinion con Scilax Cariandeno, Geografo antiquísimo, que afirma haber navegado los Fenicios fuera de las Colunas de Hercules […] Y aunque los casos referidos sucedieron en diversos Tiempos; lo qual obligò à Hornio à poner tres Viages principales de los Fenicios à Indias: el primero de los Atlàntidas: el segundo de los Fenicios derrotados con la Tempestad que trae Diodoro: i el tercero, el del tiempo de Salomon, no niega haver que motivaron la continua navegaciòn del Océano. […] hace mucho al caso lo que refiere Plinio, que los Fenicianos inventaron el Arte de notar las Estrellas para la Navegaciòn. Y Dionisio Alexan­drino no les atribuie solamente esta invencion, sino la del Comercio, i Navegación."[10]

 


 

Bibliografía

 

  • Agnese Sartori, Gli Aztechi. Xenia Edizione, Milano, 1997.
  • Fray Diego de Valadés, Retórica Cristiana, Fondo de Cultura Económica, México, 1989.
  • Mercedes de la Garza, Los Mayas (3000 años de civilización). Ediciones Internacionales Monclem y Bonechi, México, 1992.
  • Platón, Diálogos. Editorial Porrúa, México, 1981.
  • Victoria Solanilla. Coleccions precolombines als museus de Catalunya, Generalitat de Catalunya, Barcelona, 1992.
  • VV. AA., Les Mayas Classiques. Jaca Books, Milán, 1997. En 4°. Librairie d'Amérique et d'Orient. Ed. J. Maissoneuve, París, 1988.

 

 

Documentos

  • Anónimo, Chilam Balam de Chumayel, libro de las profecías. Versión de Antonio Mediz Bolio (1930). Edición y notas de Mercedes de la Garza. SEP, México, 1985.
  • Anónimo, "Historia de los mexicanos por sus pinturas" (fragmentos), así como "Mitos cosmogénicos Tezco­canos" (fragmentos). Tomados de Teogonía e historia de los mexicanos. Edición a cargo de Ángel María Garibay. Porrúa, México, 1979.

 


 

 

 

1 Lo que no deja ninguna duda al respecto, es que se decía de las Pléyades que eran hijas de Atlas y, como tales, se les llamaba también Atlántides.

 

2 Platón, Diálogos. Editorial Porrúa, México, 1981. p. 669.

 

3 Ibid. pp. 730-732.

 

4 Origen de los indios del Nuevo Mundo, Libro 4°, capítulo IX. "De algunas dudas, i objecciones, que contra esto escriviò el P. Acosta." Apartado III: "Donde se prueba ser Historia verdadera lo que dice Platón de la Islà Atlántica". Página de Internet: América Indígena.

 

5 Platón, op. cit. p. 731.

 

6 Ibid. p. 733.

 

7 Origen de los indios del Nuevo Mundo, Gregorio García, Libro 4°, capítulo VII. Tomado de la página de internet: América Ind8 ígena. Respetamos la redacción del original.

 

8 Igualmente da para todo un tema de estudio el uso de las insignias en las Carabelas del Almirante y otros datos más de su bitácora de viaje, pero eso nos llevaría demasiado lejos de los propósitos de este breve escrito.

 

9 Joseph de Acosta. Historia natural y moral de las Indias, Fragmento, capítulo III: "Que en los indios hay algún conoci­miento de Dios". Tomado de: América Indígena.

 

10 Origen de los indios del Nuevo Mundo, Gregorio García, Libro Qvarto, capítulo XXII. "De la decima Opinion, donde se prueba, que los Indios proceden de Fenicianos." Página web América Indígena.

 

 

 

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